Es necesario revisar la historia para reconocernos. Empecemos identificando un mito que incluimos adrede en el propio título de este artículo. Entre 1533 y 1821 no éramos una colonia, sino que fuimos uno de los reinos del Imperio Español, bajo la forma político-administrativa de virreinato (…). Hay una diferencia que se aprecia en el profundo mestizaje tanto genético como cultural que no hallamos en ningún otro proceso histórico similar.
También en la posición relativa que ocupaban los reinos españoles-americanos en la consideración de la corona. Un sucedáneo de este prejuicio es que «los españoles se llevaron nuestro oro y nuestra plata». Nada más alejado de la lógica. Ellos llevaban los minerales de un lugar a otro del mismo imperio, de igual modo que sobre la base de esas y otras materias primas se erigieron ciudades, acueductos, servicios públicos, sistema judicial, monumentos arquitectónicos, universidades, seguridad interna y externa, etc.
Es absurdo pensar que los «españoles» en el siglo XVI, XVII y XVIII (en verdad, españoles-americanos o simplemente peruanos) tenían el afán de llevarse el oro y la plata lo más pronto posible antes que llegue la revolución y la «independencia» en el siglo XIX (que en verdad fue una guerra civil). Así, no fuimos colonia sino el Reino del Perú, dentro del gran imperio español, aquel del que Felipe II dijo alguna vez «en mi imperio nunca se pone el sol».
Otro mito es el de la implantación violenta, dramática y genocida del catolicismo entre los indios americanos. Es cierto que se registraron abusos y violencia física contra los indios por parte de los conquistadores, pero estos abusos fueron denunciados (…) lo que llevó a expedir leyes que protegían a los indios. De este modo, los indios pasaron a ser súbditos de la corona española, y los nobles indios, fueron reconocidos como tales manteniendo privilegios por encima del pueblo llano indio.
El runa-simi o quechua, lengua dominante en Sudamérica prehispánica, fue rescatado de una desaparición progresiva e inevitable por la labor de sacerdotes que aprendieron la lengua y la usaron en su labor de evangelización. Domingo de Santo Tomás, misionero dominico, publicó el primer libro de «Gramática del idioma de los indios del Reino del Perú» en 1560. Otras lenguas nativas también fueron dotadas de alfabeto, protegidas y preservadas.
También debemos superar el mito que habla de un genocidio de indios perpetrado por los conquistadores. La mortandad que siguió a la llegada de los españoles no se explica por la superioridad tecnológica o bélica sino más bien en gran parte por efecto de gérmenes traídos. La introducción de instrumentos de hierro, la rueda y los animales de labranza, aliviaron en forma extraordinaria el duro trabajo que se debía realizar en el cultivo del campo…
Fuentes
– ‘Mitos coloniales en el gran reino del Perú’; Darío Enríquez, para El Montero. (https://elmontonero.pe/columnas/mitos-coloniales-en-el-gran-reino-del-peru)
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