El viernes 7 de diciembre de 1492, a mediodía, el rey Fernando ‘el Católico’ salió por las escalinatas de la puerta principal del Palacio Real Mayor de Barcelona (España), donde había estado celebrando audiencia con los embajadores de Carlos VIII de Francia. Al descender por las gradas, y disponerse a subir a su cabalgadura, se acercó por su espalda un campesino llamado Juan de Cañamares, armado con un terciado de unos tres palmos de longitud con el que le asestó un golpe vertical de arriba abajo que, pasando junto a la sien, cayó sobre la unión del cuello con el hombro. Esto causaría una herida de un jeme de longitud, y cuatro dedos de profundidad. El día 14 de diciembre, el rey recayó con fiebre alta que hizo temer por su vida, restableciéndose completamente a finales de año.
Durante este hecho, el vizcaíno Iñigo de la Quadra, al producirse el atentado contra la vida del monarca, salvó la vida a Fernando exponiendo la suya propia y recibiendo graves heridas además de la pérdida de un brazo. Como agradecimiento ante un acto tan heroico, regresó al Valle de Somorrostro con el nombramiento real de Superintendente sobre todo lo relacionado con la extracción de minerales de hierro, de su exportación y de su venta, en el señorío. Desde entonces “los Quadra” recibieron privilegios de los Reyes Católicos y de sus descendientes.
En cuanto al que llevó a cabo el atentado, Juan de Cañamares, era presuntamente un perturbado mental y, convencido de su estado de demencia, el rey le perdonó, pero el Consejo Real le condenó a muerte por el delito de lesa majestad. Según la relación de los hechos, dirigida por el secretario real Fernán Álvarez, al conde de Cifuentes, Juan de Silva y Castañeda, en el Libro de la cámara real (págs. 193-196) decía:
“Le cortaron la mano derecha con quelo fizo e los pies conque vino a lo fazer, e sacaronle los ojos con quelo vido e el corazon con quelo penso.”
Tiempo después, cuando la reina Isabel ‘la Católica’ acudió a Vizcaya, pidió ser llevada al solar de los Quadra, donde se arrodilló y besó la tierra.
Fuentes
– ‘Carta de la reina Isabel a su confesor Fray Hernando de Talavera, 30 de diciembre de 1492’, Memorias de la Real Academia de Historia, vol. VI, págs. 355-359.
– ‘Batallas y quinquagenas’, Gonzalo Fernández de Oviedo (mozo de espuelas del rey Fernando y testigo presencial del atentado).
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