Rodrigo Calderón de Aranda fue uno de esos personajes de la historia que llegaron a tenerlo prácticamente todo, pero que por una serie de decisiones y desdichas cae en la más absoluta desgracia. Nacido en Amberes, ciudad perteneciente a la actual Bélgica, pertenecía a una familia aristócrata flamenca por parte de madre, y militar española ennoblecida por parte de padre.

Su carrera militar estuvo plagada de condecoraciones y ascensos, llegando a ser el capitán de la guardia alemana y secretario de Cámara del Rey Felipe III. Entre alguno de sus cargos, también se encuentran el de Caballero de la Orden de Santiago y Comendador de Montalbán y Ocaña; Embajador en Flandes; o Alguacil mayor de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, y Correo Mayor de la misma ciudad.

Como todo hombre ambicioso, y Rodrigo no sería menos, su actividad y falta de escrúpulos le convertirían en el hombre de confianza del Duque de Lerma, quien fue nombrado Grande de España, siendo esta la persona que más influencia tenía en el monarca.

Como curiosidad, este es un listado de los muchos títulos que obtuvo:  Don Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias y conde de la Oliva de Plasencia, señor de las villas de Plasenzuela, Rueda, Zofraga y Siete Iglesias, continuo de los Reyes de Aragón,​ caballero del hábito de Santiago, comendador mayor de Montalbán y de Ocaña, capitán de la Guardia Alemana de Su Majestad, embajador de Francia y Flandes, secretario del Despacho Universal y secretario de la cámara del Rey, regidor perpetuo, archivero mayor y correo mayor de la ciudad de Valladolid,​ regidor de la Ciudad de Soria con voz y voto,​ alguacil mayor de la Real Chancillería de Valladolid, patrono del Convento de Porta Coeli de Valladolid​ y de la Capilla del Convento de Nuestra Señora de los Remedios de la Orden de la Merced en la Corte,​ etc..

La influencia del Duque de Lerma que ejercía sobre el Rey no era bien visto a ojos de muchos cortesanos, por lo que este se ganaría muchos enemigos y, por lo tanto, Rodrigo también se los ganó. Así, tras varias acusaciones ejercidas contra el Duque en su ocaso, este utilizó a su hombre de confianza para apaciguar las voces contra él. Su protector le puso en el ojo del huracán.

A Rodrigo se le arrestó en Valladolid, la noche del 20 de febrero de 1619, se lo llevaron a Madrid y se le imputó varios cargos de asesinato, entre ellos el del soldado Francisco de Juaras, el cual resultó cierto, siendo este el único crimen que confesó. Además de esto, se le imputó haber envenenado a la esposa del Rey Felipe III, Margarita de Austria, y haber utilizado la brujería contra ella.

Siendo este procesado y torturado para que confesara dichos crímenes, el Rey Felipe III moriría, y su sucesor Felipe IV (bajo instigación de su valido el Conde-Duque de Olivares, que odiaba a Rodrigo Calderón) le añadiría los cargos de robar Hacienda pública y utilizar esto para obtener su fortuna.

El 21 de octubre de 1621, le condenaron a morir degollado en la Plaza Mayor de Madrid, delante del pueblo. Cuando entró en el lugar de ejecución, montado en una mula, llevaba seguía llevando consigo dignidad y arrogancia que le caracterizaba, quedando una frase para la historia española: “Tiene más orgullo que don Rodrigo en la horca” (a pesar de cómo se ha dicho, murió degollado y no ahorcado).

Fuentes:

– ‘Nacimiento, vida, prisión y muerte de don Rodrigo Calderón, Marques de Siete Iglesias’, Jerónimo Gascón de Torquemada.

– ‘Las anécdotas de la política. De Keops a Clinton.’, Luis Carandell.

– ‘La figura de don Rodrigo Calderón a través de la literatura’, Karidjatou Diallo.

– ‘Personajes en tierras de Medina. Entre Medina y Siete Iglesias: de la familia del Cid a los Indios Aullagas del Perú.’, Margarita Álvarez Martín.

– ‘La momia de Don Rodrigo Calderón’, Vallisoletvm (https://vallisoletvm.blogspot.com/2010/04/la-momia-de-don-rodrigo-calderon.html).